
12 Dic Lampreas, los vampiros del ecosistema fluvial
Chupadores de piedras, así se podría traducir el nombre genérico de nuestra lamprea de mar, Petromyzon marinus Linnaeus, 1758, del latin petra (piedra) y del griego myzon (chupar). Las lampreas están entre los vertebrados más antiguos que viven aún en la Tierra y que nos ayudan a comprender la evolución de este grupo. Sus orígenes se estiman hace casi 500 millones de años atrás y su diferencia principal con el resto de los vertebrados es que no presentan mandíbulas, en su lugar presentan una boca circular semejante a una ventosa, razón a la que deben también el nombre de ciclóstomos (del griego kyklos, círculo y stoma, boca), característica que comparten con los mixines.
Entre sus otras características antiguas está la presencia de un esqueleto cartilaginoso y la presencia de siete pares de hendiduras branquiales. Pueden existir ejemplares de más de un metro de longitud.
Las lampreas se alimentan de otros peces en una conducta que se considera parasitaria. Con su extraña boca circular repleta de agudos dientes y su lengua, que es muy áspera, las lampreas se adhieren a la piel se los peces, su principal alimento, y succionan su sangre y demás líquidos corporales de forma tan voraz, que son capaces de dejar al pez prácticamente seco, provocando su muerte en pocas horas. Si el pez es muy grande, cuando se fijan pueden estar ahí durante días o semanas hasta saciar su hambre.
Esta notable capacidad de habitar en una amplia gama de ecosistemas acuáticos y de explotar diferentes especies de hospedadores podría favorecer la capacidad de dispersión y el éxito evolutivo de la lamprea marina.
Petromyzon marinus es una de las especies objetivo del POCTEP MigraMiño por el cual se pretende conseguir una mejora en cuanto a las poblaciones de peces migradores en el hábitat fluvial de los ríos tributarios del Miño.